Si, podemos decir que la comida influye totalmente en nuestros sueños o ¿acaso después de una cena copiosa no habéis tenido más de una pesadilla al iros a dormir?
Debemos saber cómo influye la comida en nuestros sueños para remediarlo
En primer lugar, hay que tener en cuenta que los sueños tienen lugar en diferentes etapas: por ejemplo, durante la fase de sueño de ondas lentas descansamos profundamente y nuestra respiración y frecuencia cardíaca descienden a niveles muy bajos.
En esta fase, nuestro organismo comienza a liberar hormonas que ayudan a metabolizar los alimentos y a que nuestro cuerpo se reponga del largo día. Pero los sueños más vívidos (que son los que solemos recordar) tienen lugar en la fase REM. En esta etapa nuestro cerebro está muy activo (por lo tanto consume mucha energía) y bloquea las neuronas motrices para que no nos podamos mover.
El doctor Gary Wenk, profesor de Neurociencia en la Universidad de Ohio, afirma que “es realmente sorprendente la cantidad de energía que utiliza nuestros cerebro mientras soñamos. Incluso hay estudios que apuntan que usamos más energía mientras dormimos (aunque no hay pruebas concluyentes de que sea cierto)”.
Un cerebro dormido es un cerebro hambriento
Lo que es una evidencia fresca es que un cerebro dormido, es un cerebro hambriento: “el sueño es un proceso muy activo y nuestro cerebro necesita una gran cantidad de azúcar“, señala Wenk.
Si nos vamos a la cama con el estómago vacío (lo que implica una caída en los niveles de glucosa), nuestro cerebro liberará adrenalina para que el organismo libere a su vez la glucosa almacenada en el torrente sanguíneo y es que un estudio de 2007 revela que los diabéticos tipo 1 experimentan pesadillas y sudores nocturnos, como resultado directo de su bajo nivel de azúcar en la sangre.
Por eso acostarse con hambre puede ser contraproducente: soñaremos intensamente y nos levantaremos todavía más cansados que al acostarnos.
Cuidado con el alcohol
Para todos aquellos que piensen que el alcohol ayuda a dormir, Wenk lanza un aviso: “el alcohol tiene efectos sedantes al principio, pero en realidad nos impide alcanzar la fase REM. Eso se traduce en pesadillas muy intensas.”
Lamentaros deciros que a los Zombies (también) les pone la ginebra y es que la temperatura corporal también influye sobre nuestros sueños: estamos programados para dormir a una temperatura fresca que nos permita consumir menos energía y descansar nuestro cuerpo.
Claro que hay alimentos que pueden alterar esa temperatura: “hemos descubierto que cuando la gente come alimentos densamente calóricos que implican un gasto de energía mayor para digerirlos, tienden a despertarse con mucho calor y eso interrumpe su ciclo de sueño.”
Ojo con el chocolate antes de ir a dormir
Y señala el chocolate y las especias como dos de los grandes enemigos de los sueños pacíficos: “el chocolate contiene una serie de compuestos que contribuyen a la sensación de placer al comerlo.
Muchos de estos compuestos son muy psicoactivos si son capaces de entrar en el cerebro”, cuenta Wenk. Por su parte, el picante y las especias elevan la temperatura corporal e interfieren en la fase REM, creando una atmósfera narrativa digna de una película de Tim Burton.
¿Cuál es la receta mágica para soñar, entonces? Dice Wenk que un sándwich de mantequilla de cacahuete y jalea, aunque nosotros preferimos cien veces un menú fresco con un extra de triptófano.